Actualidad Nalanda
Todos hemos oído hablar de la silicosis, una enfermedad como consecuencia de la exposición lenta y prolongada a un polvo que contiene sílice cristalina. Durante muchos siglos los mineros estaban condenados a padecerla de forma crónica, pero hoy en día es una enfermedad profesional que también puede afectar a muchos trabajadores de la construcción.
La sílice cristalina o dióxido de silicio es un compuesto mineral constituido por un átomo de silicio y dos átomos de oxígeno (SiO2). Se encuentra de forma abundante en la naturaleza; en rocas, suelo y arena. Este compuesto puede encontrarse en el hormigón, ladrillo, cemento así como en otros materiales para la construcción.
La exposición a reducidas partículas de sílice que se encuentran en el aire, principalmente el polvo de cuarzo, se suele dar por lo general en entornos industriales o en la construcción.
La exposición laboral a la sílice está vinculada a trabajos que requieren movimiento de tierra/arena, fracturación de rocas, uso de sierras de mano para cortar materiales como hormigón y ladrillo. Es decir, es un riesgo laboral muy vinculado al sector de la construcción.
La silicosis puede afectar a millones de trabajadores al inhalar pequeñas cantidades de sílice que se encuentran en el aire.
Es una enfermedad crónica, incurable e irreversible, potencialmente mortal, que altera la capacidad respiratoria del trabajador. La IARC (Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer) clasificó en el año 1996 a la sílice como cancerígena en humanos.
La enfermedad no tiene cura y avanza con lentitud, no sólo llegando a producir la muerte de los que la padecen, sino mermando también su calidad de vida, pues presentan cada vez más síntomas de asfixia por inhalación y problemas respiratorios.
Es difícil de diagnosticar y a día de hoy, el enfermo no tiene derecho a ninguna incapacidad por prestaciones y lo que se le aconseja es que no trabaje en ambientes con este tipo de polvo o bien que cambie de profesión.
Como muestra de lo devastador que puede ser la exposición prolongada a partículas de sílice, se calcula que en los Estados Unidos cada año más de un millón de trabajadores están expuestos al polvo de la sílice cristalina, un 6% de los cuales acabarán desarrollando silicosis.
Debido a su difícil diagnóstico diferencial, en España no hay cifras absolutas de la prevalencia de la silicosis por inhalación de sílice cristalino. En el año 2017 la UE dictaminó que “existen pruebas suficientes de que el polvo respirable de la sílice cristalina es cancerígeno” por lo que se estableció un valor límite para este polvo en los ambientes de trabajo.
La buena noticia, en un panorama desolador, es que, la OMS y la OIT establecieron el programa Global de Erradicación de la Silicosis en el mundo para el año 2030. Este plan incluye:
Pese a que la más estigmática y prevalente sea la silicosis, a esta se la relaciona con otras enfermedades por inhalación, como son la tuberculosis, el cáncer de pulmón, la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y el enfisema pulmonar.
Asimismo, la sílice cristalina en contacto directo con la piel en estado seco también causa irritación por abrasión mecánica; en contacto con los ojos puede provocar irritación y su ingestión en grandes cantidades puede provocar bloqueo gastrointestinal.
Hay una larga serie de actividades profesionales que por su exposición al dióxido de silicio podrían derivar en silicosis y enfermedades asociadas. El hormigón y la mampostería contienen este mineral, por lo que los trabajadores de la construcción están muy expuestos.
Estos son algunos de los trabajos que pueden acarrear enfermedades:
El método de estimación inicial para valorar el riesgo de exposición se utiliza para confirmar o descartar la presencia significativa de sílice cristalina en la tarea concreta. Este sistema está basado en el método desarrollado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH). Este organismo considera que el límite de exposición permisible recomendado para el sílice cristalino respirable es de 0.05 mg/m3 (50 µg/m3) tal como un TWA por hasta 10 días/hora durante una semana de trabajo de 40 horas [NIOSH 1974].
En caso de que queramos conocer si la tarea está expuesta al riesgo, la evaluación debería comenzar por determinar el límite de exposición de cada trabajo. Además, hay una serie de medidas preventivas que ayudarían a evitar muchos casos si se siguen los siguientes pasos:
Así pues, mantengamos la guardia alta. Aunque una vez que aparece no existe cura para esta enfermedad, puede prevenirse eficazmente si los empleadores y trabajadores colaboran para minimizar la exposición al sílice.
La salud y la calidad de vida de mucha gente está en juego.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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