Actualidad Nalanda
La natación es un deporte completo y relajante; quema calorías de forma fácil y efectiva y puede ser practicado por cualquier persona. En este artículo te contamos sus principales beneficios y las claves para practicarlo correctamente. ¡Al agua patos!
Los beneficios de nadar con frecuencia son muy numerosos: estimula la circulación sanguínea, mejora la postura corporal, facilita la eliminación de secreciones bronquiales, mejora el desarrollo psicomotor, retrasa el envejecimiento aumentando la capacidad motriz y la memoria, tonifica la masa muscular, aumenta la flexibilidad de la columna vertebral eliminando dolores lumbares y de espalda, etc.
Nadar potencia la fuerza, la resistencia cardiopulmonar y la flexibilidad al mismo tiempo. Además, en este deporte se utilizan la mayoría de los grupos musculares, por lo que es un exigente ejercicio físico que ayuda a mantener el corazón y los pulmones saludables y las articulaciones flexibles, sobre todo cuello, hombros y pelvis, fortaleciéndolas y previniendo posibles lesiones.
Y precisamente una de sus grandes ventajas es que, aunque trabaja la resistencia y la flexibilidad de forma exigente, resulta un deporte de bajo impacto por dos razones: el agua hace de ‘amortiguador’, disminuyendo o incluso evitando las lesiones, y nuestra capacidad de flotar en el medio acuoso hace que nos movamos con más agilidad.
La natación es un ejercicio recomendado para personas de prácticamente todo tipo y condición: embarazadas, pacientes de artritis, personas con problemas de espalda, afecciones pulmonares, etc.; sin olvidarnos de los beneficios que reporta para la salud mental: alivia las tensiones, y nos aporta un nivel de relajación que facilita la generación de estados de ánimo positivos. Por ello, favorece la autoestima y puede mejorar estados de ansiedad o amortiguar síntomas de depresión.
Lo ideal antes de comenzar a nadar es contactar con un monitor para explicarle nuestra situación y valorar las necesidades individuales.
Algunos consejos genéricos son:
Frecuencia: la recomendada es de nadar de 3 a 5 veces por semana en sesiones de 45-60 minutos, con 5-10 minutos de estiramientos previos fuera de la piscina.
Intensidad: se aconseja comenzar con 5 minutos de nadado suave en estilo libro, para acomodar al cuerpo a la intensidad. La velocidad depende de cada persona, pero lo recomendable es que se nade a una velocidad que permita estar nadando el tiempo que se ha establecido, cambiando las intensidades para ‘sorprender’ a nuestro cuerpo y quemar grasas. Al final de la sesión dedicaremos otros 5 minutos a nadar suave y realizaremos estiramientos.
Rutinas y ejercicios: los ejercicios natatorios se pueden combinar con salidas fuera de la piscina en cada largo para tirarnos rápidamente o realizar flexiones y abdominales, etc. Estas combinaciones potenciarán los efectos benéficos de la sesión.
En otro post abordaremos otras cuestiones como los materiales necesarios para practicar este deporte o los cuidados necesarios para nuestro cuerpo.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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