Actualidad Nalanda
2.700.000 trabajadores mueren al año en todo el mundo por accidentes laborales. Son más de 7.600 muertes al día según estimaciones la Organización Internacional del Trabajo. Más alarmante aún es la cifra de accidentes laborales no mortales que se producen al año: 374 millones, más de un millón al día. Por eso, es importante utilizar la tecnología en la cadena de suministro para reducir la siniestralidad laboral.
Aunque, afortunadamente, la legislación avanza en muchos países, en otros no. Y el registro de accidentes derivados de malas condiciones en el ámbito laboral por no para de crecer año a año en el cómputo global.
Según un estudio elaborado por la Organización Mundial de la Salud junto con la Organización Internacional del Trabajo, los países asiáticos tienen las ratios más elevadas de muertes por cada 100.000 habitantes atribuibles a los 41 pares de factores de riesgo laboral. En este continente, las ratios alcanzan hasta un 20% de siniestralidad laboral.
Las tasas de siniestralidad en los países europeos son menores: del 2% al 10% en la mayoría de los territorios. Afortunadamente en España la ratio está en casi un 2% de muertes por cada 100.000 habitantes (por debajo del resto de Europa). Mientras, en Estados Unidos y Canadá, el porcentaje es más elevado, de entre 3 y 8% (la tasa varía en función de la realidad en cada estado norteamericano).
Eso sí, hay que aclarar que la metodología estadística europea no considera accidente de trabajo los sucesos causados únicamente por una afección médica (como un ataque al corazón o un derrame cerebral) que se dio durante el trabajo, es decir, que no fueron causados por la actividad laboral de la víctima. En España este tipo de siniestros sí se consideran accidentes laborales.
Es indudable que los accidentes de trabajo se traducen en numerosos costes humanos, sociales, económicos o legales. Se calcula que, a nivel mundial, los trabajadores pierden al menos 4 días de trabajo al año de media por siniestralidad laboral. Esto supone un coste del 3,94% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
El más preocupante por encima de todos los costes es el humano. Este se traduce en términos de salud y calidad de vida debido a la incapacidad de la persona, como a las secuelas físicas y psíquicas derivadas de un accidente o enfermedad profesional. Las secuelas pueden ser tanto invalidantes como no invalidantes para la actividad laboral, pero en ambos casos afectan a la calidad de vida. Y es que, la vida laboral de los trabajadores se va a ver afectada, en cualquier caso.
Tampoco podemos olvidar los costes económicos que suponen los accidentes laborales tanto para las empresas como para la sociedad en general. El empleador ha de tener en cuenta el precio que implican las jornadas no trabajadas, las indemnizaciones por muerte o incapacidad o los pagos únicos derivados de incapacidad y/o muerte, entre otros hechos derivados por la siniestralidad en el trabajo.
Otros costes que asumen las empresas son el recargo de prestaciones por falta de medidas de seguridad, las sanciones de Inspección de Trabajo por falta de medidas de Seguridad y Salud Laboral, costes en términos de productividad potencial perdida y otros de difícil cuantificación.
A nivel social, las pensiones por accidente y enfermedad profesional reflejan la cara económica más visible de los accidentes laborales. Es el dinero público que se destina a trabajadores afectados por incapacidad permanente en cualquiera de sus grados o a sus familiares (en caso de muerte), un número que cada año se nutre de nuevos casos.
A todo lo anterior, habría que sumar las sanciones y penas a las que se pueden llegar a enfrentar las empresas por incumplir los marcos normativos en materia de seguridad y salud en el trabajo.
Las consecuencias legales alcanzan, además, a las empresas contratantes y pueden ser por responsabilidad administrativa, civil e, incluso, penal. Teniendo en cuenta que el desconocimiento de la norma no exime a las empresas de estas penalizaciones y añadiendo el coste reputacional que implica estar implicado en un proceso legal por incumplimiento en esta materia.
Los entornos laborales en los que se producen riesgos son cambiantes. Como cualquier profesional de la Seguridad y Salud sabe, prevenir la siniestralidad pasa por actualizar constantemente toda la documentación e información necesaria.
Los departamentos de compras y prevención se enfrentan a menudo a una sobrecarga de tareas de gestión. Pero la tecnología SaaS (Software as a Service) ha irrumpido como una potente herramienta de ayuda.
El uso de plataformas como las de Nalanda permite que compradores y vendedores interaccionen intercambiando la documentación e información. No tienen que preocuparse por mantener, desarrollar y costear un software que ha de estar en continua evolución.
Este servicio implica no solo la recopilación, verificación y actualización de los datos de las empresas que participan en la cadena de suministro del contratista/comprador. Además, ofrece formar parte de la comunidad más relevante de empresas fiables con las que trabajar: 500 grandes empresas interactúan diariamente con 50.000 proveedores y subcontratistas a través de su plataforma de Gestión Documental CAE y de Homologación de Proveedores de Nalanda.
Reducir las cifras de accidentes laborales es posible. De hecho, el desarrollo de estrategias de prevención llevó a rebajar las muertes relacionadas con siniestralidad a nivel mundial en un 14% del año 2000 al 2016, según la Organización internacional del Trabajo.
Por tanto, la valoración de costes, el desarrollo de medidas preventivas y la apuesta por la tecnología que ayude a una mejor gestión de la documentación en materia de Seguridad y Salud de los trabajadores son factores imprescindibles para conseguir reducir las cifras de siniestralidad.
Además, si utilizas un Software PRL como el de Nalanda, desarrollado por 6Conecta (empresa del Grupo Nalanda), la gestión preventiva, con la colaboración de todos los departamentos, te ayudará a prevenir, reducir y eliminar en último caso los accidentes de tus empleados.
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