Nos hemos vuelto más exigentes a la hora de buscar y exigir el bienestar laboral. Y esto es una conquista de la sociedad moderna.  Queremos que nuestra ocupación, además de “llenarnos la nevera”, nos llene a nosotros personal y profesionalmente. Ya no nos basta con que nuestro trabajo se ajuste a nuestro perfil profesional y que el sueldo sea aceptable. Eso son mínimos hoy en día; pero queremos algo más.

Mens sana in corpore sano, una cita que nació en Roma en el Siglo II, cobra plena vigencia en estos tiempos. Aunque hay que encuadrar la frase dentro del contexto de la época, en la que las civilizaciones daban un estricto valor y gran importancia a la formación intelectual, atlética y espiritual del individuo (mente, cuerpo y alma).

El cuidado de la salud mental en las empresas es el nuevo reto de las organizaciones para garantizar el bienestar de sus trabajadores. Tras la pandemia, la demanda de programas de gestión emocional se ha incrementado notablemente debido los casos de estrés, incertidumbre, ansiedad, depresión, etc. generados entre la población laboral.

Son muchas las secuelas que la crisis del coronavirus dejará en nuestra sociedad, tanto económicas como físicas y psíquicas. Entre ellas están los posibles trastornos psicológicos que el confinamiento y las duras situaciones provocadas por la emergencia sanitaria pueden dejar en algunas personas.

Muchos de nosotros tenemos el erróneo pensamiento de que la salud solo va relacionada con el cuerpo, pero no es así. Nuestra mente es el centro neurálgico, si nos sentimos bien emocionalmente, estamos tranquilos, se traduce en un bienestar completo cuerpo y mente.