Actualidad Nalanda
Si le dijéramos hoy a Gustave Eiffel que su emblemática torre edificada en 1889 para conmemorar la Exposición Universal de París, es hoy, gracias a las mejoras realizadas, un edificio de arquitectura sostenible con su certificación correspondiente, probablemente nos miraría sin entender de qué le estábamos hablando.
Así es. Sin perder su preciosa silueta ni sacrificar la estética, las medidas aplicadas a la Torre Eiffel para mejorar su contribución al cuidado del medio ambiente incluyen iluminación LED, paneles solares, un sistema de recogida de aguas pluviales, bombas de calor de gran alcance y dos turbinas de viento; todo un ejemplo de arquitectura sostenible. Algo que Gustave probablemente no tenía en mente cuando la diseñó.
En los años 60 y 70 ya se hablaba de “construcción ecológica”. Desde entonces a hoy la arquitectura sostenible se ha transformado en una de las tendencias constructivas que ha crecido con más rapidez en los últimos años.
Este tipo de arquitectura se basa en utilizar únicamente técnicas y materiales que respeten el medio ambiente durante el proceso de construcción, que tengan en cuenta el emplazamiento y su entorno, incorporándolos al diseño siempre que sea posible, y que traten de minimizar el impacto negativo de las construcciones a través de un consumo eficiente de energía y del cuidado del espacio en el que se ubican.
La arquitectura sostenible también contempla cómo se utilizará la energía para gestionar el espacio creado y cómo conservarla para aprovecharla al máximo. Por eso, una de las características más importantes para lograr la sostenibilidad de un edificio o vivienda es procurar su eficiencia energética a lo largo de toda su vida útil.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un plan de acción establecido por la ONU para el periodo 2015-2030 a favor de las personas, el planeta y la prosperidad y se concreta en 17 Objetivos que se ha puesto como meta en este plazo.
El ejercicio de la arquitectura implica una gran responsabilidad social, además de la funcional y la estética. Por ello, para que un edificio sea considerado sostenible, de acuerdo con estos ODS, debería cumplir y ser respetuoso con al menos cuatro de ellos: el objetivo Nº 3 (salud y bienestar), el 6 (agua limpia y saneamiento), el 7 (energía asequible y no contaminante) y el 11 (ciudades y comunidades sostenibles). Todos estos objetivos deben ser considerados por arquitectos, ingenieros, diseñadores y constructores a la hora de crear un edificio que aspire a ser sostenible.
Las ciudades del mundo ocupan solo el 3% de la tierra, y sin embargo representan entre el 60% y el 80% del consumo energético, y son las responsables del 75% de las emisiones de carbono. El sector de la construcción debe hacer frente al desafío de mejorar la calidad de vida de las ciudades, sin que ello perjudique el medioambiente, o al menos reduciendo su impacto al mínimo.
La actividad de la construcción está experimentando una gran transformación y la tendencia es que lo siga haciendo. Por ello, existen sistemas de evaluación y certificación de la sostenibilidad de las edificaciones.
Estas certificaciones son muy útiles para conseguir un grado de diseño, construcción y funcionamiento de los edificios para que sean cada vez más respetuosos con el medioambiente y con su entorno y sean confortables y saludables para las personas que los habitarán.
Los sistemas que evalúan y certifican la sostenibilidad en los edificios se refieren a parámetros ambientales y establecen una jerarquía dependiendo del nivel de sostenibilidad conseguido. El objetivo de estos sistemas de medición es conseguir la sostenibilidad global del edificio en todo su ciclo de vida.
El sistema analiza las siguientes categorías: gestión, salud y bienestar, energía, transporte, agua, materiales, residuos, suelo y ecología, contaminación e innovación. Cada una de estas categorías incluye una serie de objetivos que conceden créditos. Una vez logrados, la calificación final dependerá del número de créditos obtenidos. El proceso incluye la fase de diseño, construcción y mantenimiento.
Los certificados o sellos más habituales de evaluación y certificación de la sostenibilidad son Leed y Breeam.
El certificado LEED, Leadership in Energy and Environmental Design, es una metodología basada en estrategias que permiten obtener créditos. Evalúa unos pre requisitos que hay que cumplir, así como otros requisitos mínimos para poder aplicar el sistema. Estos créditos se clasifican por categorías y el peso de cada categoría tiene que ver con la preocupación asociada a impactos medioambientales. Es de carácter voluntario. El organismo que lo certifica es el GBCI.
La acreditación en construcción sostenible BREEAM la creó Building Research Establishment, entidad británica sin ánimo de lucro y la primera organización centrada en la investigación constructiva en el mundo. La primera versión del certificado vio la luz en 1990 y ha servido de guía para los certificados que han ido surgiendo posteriormente.
En España, la Fundación Instituto Tecnológico de Galicia (ITG) es la que promueve la adaptación de este sello (idioma, normativa y práctica constructiva de España). Es la entidad gestora y responsable de su funcionamiento.
Se necesita contar con un asesor reconocido por BREEAM que será el profesional que llevará a cabo todos los trabajos de inscripción, seguimiento y evaluación para conseguir la certificación de la sostenibilidad del edificio. El asesor BREEAM es un profesional independiente con licencia vigente, que ha superado con éxito una exigente formación y un proceso de certificación avalado por la Entidad Nacional de Acreditación ENAC.
BREEAM ha certificado más 591.000 edificios en 90 países. Los edificios más relevantes que cuentan con esta acreditación son, entre otros, el skyline de Londres; todas las sedes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la T2 del aeropuerto de Heathrow, la fábrica de Coca-Cola Francia, etc.
BREEAM es a día de hoy el único sistema de certificación de sostenibilidad que está adaptado a nuestro país, lo que incluye adaptación al idioma, a la normativa y práctica constructiva de España. Esta adaptación se realizó en el año 2010.
Así pues, es evidente que la aplicación de criterios de sostenibilidad está impregnando a todos los sectores de nuestro tejido empresarial y la construcción no podía ser ajena a esta corriente.
El hacer edificios y viviendas más respetuosos con el medio ambiente va más allá de un mero requisito técnico, pues además del ahorro de costes, la eficiencia energética y los beneficios para nuestro entorno físico, está en juego nuestra propia salud y seguridad personal.
Gracias a esta concienciación social de todos los que participamos de forma activa en la construcción de nuestra sociedad, hoy podemos disfrutar de maravillas arquitectónicas como la Torre Eiffel que, levantada hace más de 150 años, se ha adaptado de forma admirable a esta nueva era de la sostenibilidad.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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