Actualidad Nalanda
El concepto de inteligencia emocional ha ido ganando peso durante los últimos años en diversos ámbitos, entre ellos la inteligencia emocional como herramienta de prl. Todos los estudios apuntan en una dirección: la salud laboral mira hacia las emociones. Y en la correcta e inteligente gestión de esas emociones puede estar la solución a muchos de los riesgos laborales contemporáneos, especialmente los trastornos psicosociales.
Pero, ¿qué origen pueden tener estos trastornos? La respuesta está mas allá de lo que se puede medir. Pueden provenir de factores personales o bien propios de la empresa, como el rendimiento profesional, la satisfacción con el jefe, el clima laboral, la filosofía y cultura de la empresa, la motivación, un plan de carrera, el sueldo percibido (el monetario y también el llamado “sueldo emocional”), etc.
Quizás la pata que le falte a esa mesa es la inteligencia emocional.
Mucho se habla de ella y sin embargo no todo el mundo sabría definirla o identificarla. Uno de los gurús en esta disciplina, que cada vez se tiene más en cuenta en la esfera laboral, es el conocido psicólogo norteamericano David Goleman.
En su libro “Emotional Intelligence”, publicado en 1995 y que estuvo más de un año entre los libros más vendidos de la lista de “The New York Times”, David afirmaba con respecto a la Inteligencia emocional: “De poco sirve un cerebro brillante si no contamos con empatía, con la capacidad de conectar con nosotros mismos y con el otro”.
La inteligencia emocional se podría definir como la habilidad intelectual que nos permite tener éxito y ser felices al mismo tiempo. Es una destreza o astucia para manejar y gestionar nuestras emociones alineadas con las de los demás. Utilizar la inteligencia emocional como herramienta de prl es orientar esa habilidad también para protegernos de posibles riesgos laborales.
Esa fuerza para ir un poco más allá, ese impulso que nos permita dar sentido a todo lo que hacemos, no sólo en el ámbito personal, sino también en el marco de un grupo laboral; esa capacidad para saber empatizar con nuestro entorno es, en esencia, la inteligencia emocional.
Esta se apoya sobre cinco pilares fundamentales:
Todos estos pilares se pueden aplicar al ámbito laboral, lo que nos conduce a utilizar la inteligencia emocional como herramienta de prl. Está comprobado que las emociones tienen un impacto notable en el aspecto psicosocial de la salud de los trabajadores y que pueden ser un factor decisivo en la prevención de riesgos laborales.
Situaciones que pueden darse en nuestra vida laboral a diario, como son nuestra reacción ante una discusión, resolver una situación de tensión entre compañeros, abordar una conversación con un colega tras haber sufrido este un accidente laboral… Todas ellas requieren de grandes dosis de empatía e inteligencia emocional para llevarlas a buen puerto y preservar la salud laboral de compañeros, subordinados y jefes.
Algunos estudios afirman que el éxito laboral depende en un 20% de la capacidades y habilidades técnicas de los empleados y en un 80% de las competencias emocionales.
¿No crees que ha llegado el momento de utilizar la inteligencia emocional como herramienta de prl en tu empresa, incluyendo su desarrollo y entrenamiento en las políticas de prevención de riesgos laborales?
Sin embargo, todavía existe un gran desconocimiento de las prácticas emocionalmente inteligentes y de su beneficio en la salud laboral. Hasta hace relativamente poco, los riesgos psicosociales como el estrés laboral, el síndrome de burnout, el acoso psicológico y sexual y los conflictos familia/trabajo no se consideraban como trastornos graves para la salud personal y organizacional.
¿Y cómo conseguimos implementar la inteligencia emocional como herramienta de prl? Hay un hecho que no podemos obviar: la pandemia ha cambiado la forma de trabajar en muchas organizaciones y ha obligado a muchas empresas a sustituir las relaciones presenciales por las digitales. Hay menos contacto personal y más virtual, lo que ha traído consigo una cierta deshumanización de la actividad laboral.
Los riesgos psicosociales en el entorno laboral siempre han estado ahí, aunque es ahora, tras el COVID, cuando se empiezan a tener más en cuenta. La incertidumbre, el miedo y el aislamiento han intensificado los problemas de salud mental.
Por ello es necesario ir a modelos híbridos de trabajo, promover una desconexión digital que favorezca ese trato personal en el que los problemas y las situaciones de riesgo sean más fácilmente manejables haciendo uso de la inteligencia emocional.
Para poner todo esto en práctica y que el rendimiento laboral no se resienta, hay que fomentar mucho el intercambio de la palabra, que ayudará al otro a empatizar con el compañero o compañera del trabajo.
Esta interacción personal es esencial para seguir creciendo en nuestros puestos de trabajo.
Si introducimos la IE en el día a día de la empresa, los trabajadores tendrán una buena salud emocional, lo cual redundará en una mayor satisfacción con su trabajo y, en última instancia, en una disminución de riesgos y problemas psicosociales que favorecerán la buena marcha de la empresa.
Para lograr utilizar la inteligencia emocional como herramienta de prl de manera eficaz debemos incorporar en la gestión de la prevención laboral a expertos en la materia que guíen y entrenen a los empleados a usar la IE para poner el foco en las soluciones y no en los problemas. Es una inversión que cualquier empresa debería realizar, pues es invertir en su capital humano.
En Nalanda contamos con un software que permite digitalizar la implantación de muchas de estas medidas para gestionar la PRL de forma más eficaz.
No podemos olvidarnos que, aunque nos hayamos formado para desempeñar un puesto concreto o para ejercer una profesión con eficacia, somos y estamos hechos de sentimientos y estos los podemos poner de nuestro lado para sentirnos bien en nuestro trabajo. El objetivo es que ir a trabajar sea una parte gratificante de nuestras vidas y no lo contrario.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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