La hipertensión pulmonar (HAP) es una presión arterial alta en las arterias de los pulmones que provoca que el lado derecho del corazón se esfuerce más de lo normal.
Se trata de una enfermedad rara crónica que afecta al corazón y los pulmones. Puede provocar insuficiencia cardiaca y es potencialmente mortal. En casos graves, se estima una supervivencia de 2-3 años.
El principal inconveniente es que es difícil de diagnosticar en una fase temprana, debido al desconocimiento a nivel médico y a que los síntomas pueden confundirse con otras patologías. Además, muchas veces se manifiestan cuando existe un daño avanzado.
Que se avance en la investigación es el principal reto, tanto de los neumólogos como de las asociaciones o fundaciones de pacientes y familiares.
Síntomas de la hipertensión pulmonar
Los síntomas más comunes son:
- Cansancio
- Fatiga
- Sensación de ahogo
- Dificultad para respirar mientras se hace ejercicio o incluso también en reposo
- Presión y dolor en el pecho
- Mareos y desmayos
- Hinchazón en tobillos y piernas
- Frecuencia cardiaca acelerada
- Falta de apetito, y otros.
Prevención de la HAP
No existe una manera específica de prevenir la aparición de la hipertensión. A su difícil diagnóstico y a su forma, a veces súbita, de manifestarse, se une que son muchas las causas que pueden provocarla.
Entre ellas: enfermedades autoinmunitarias, anomalías congénitas del corazón, coágulos sanguíneos en el pulmón, insuficiencia cardíaca, infección por VIH, niveles bajos de oxígeno en sangre durante largo tiempo, enfermedades pulmonares como EPOC o fibrosis pulmonar, ciertos fármacos para adelgazar, etc.
No obstante, pueden evitarse los factores de riesgo:
- Sobrepeso
- Consumo de drogas
- Medicamentos para adelgazar como inhibidores del apetito
- Enfermedades que elevan el resigo de sufrir hipertensión
Tratamiento y estilo de vida con hipertensión arterial pulmonar
La hipertensión pulmonar es una enfermedad incurable, pero los especialistas pueden ayudar al paciente a tratara y controlarla, mejorando su sintomatología y frenando su avance.
Entre los medicamentos utilizados se encuentran los dilatadores de los vasos sanguíneos, anticoagulantes, diuréticos, oxígeno y algunos otros, además de posibles cirugías y trasplantes de corazón o pulmón.
Al tratamiento médico hay que sumar una serie de recomendaciones que permiten mejorar la calidad de vida de los pacientes:
Alimentación equilibrada:
Es importante añadir en sus menús más verduras y hortalizas y menos carnes y embutidos. Como resulta evidente, hay que evitar la sal en las comidas, que produce un incremento de la presión sanguínea.
Ejercicio físico moderado:
Se recomienda eliminar la práctica de actividad física intensa. Es aconsejable comenzar de forma gradual, unas dos veces por semana con ejercicios de media hora y luego, en función de la evolución, puede incrementarse.
Vacunación:
Hay que vigilar especialmente no contraer enfermedades que afectan al pulmón, como es el caso de la Covid-19, que puede predisponer a sufrir un síndrome respiratorio agudo grave.
Las asociaciones de ayuda están reclamando la vacunación contra la Covid-19 a afectados por esta patología. Son grupos de riesgo, tanto por la vía cardíaca como respiratoria y la irrupción de esta nueva enfermedad ha supuesto necesidad de adoptar medidas de higiene y prevención altas.
Apoyo psicológico:
Una ayuda profesional ser clave para sobrellevar lo que supone sufrir una enfermedad crónica y con tratamiento permanente.
Viajar a destinos de baja altitud:
Se recomienda evitar países que se encuentran a gran altitud, porque la concentración de oxígeno es más baja y puede agudizar los síntomas.
Unirse a asociaciones de pacientes:
Intercambiar experiencias con personas que están viviendo la misma situación siempre es positivo. Además, estas entidades también ofrecen apoyo psicológico a amigos, familiares y cuidadores.
En definitiva, un estilo de vida saludable es recomendable siempre porque, además de prevenir algunas patologías, puede evitar de forma indirecta la aparición de otras muchas relacionadas.
Avanzar en la investigación es clave para que enfermedades poco frecuentes como la hipertensión pulmonar puedan detectarse a tiempo y tengan cada vez menor impacto en los afectados.