Actualidad Nalanda
Conseguir tener una mejor calidad de vida es una aspiración legítima de cualquier ciudadano. De la misma forma, facilitar que eso sea posible debería ser el objetivo principal de cualquier gobierno. Pero, ¿cómo mejorar el bienestar futuro de la ciudadanía?
El progreso económico y científico de un país solo tiene sentido si sirve para que las personas tengan una vida rica y saludable. El bienestar de las personas es un potente catalizador que conlleva múltiples beneficios.
En este contexto el bienestar laboral emerge como un componente crucial. Este concepto no solo implica condiciones de trabajo justas y seguras, sino que también debe crear un entorno que promueva la salud mental y física de los trabajadores.
Y mejorar el bienestar en el lugar de trabajo no solo beneficia a los empleados; también redunda en el bienestar general de la sociedad.
Un entorno laboral saludable y estimulante aumenta la productividad, fomenta la creatividad y mejora la satisfacción laboral, lo cual impacta positivamente en la economía y en la calidad de vida de la ciudadanía.
Por tanto, fomentar el bienestar laboral ayuda a los gobiernos a cumplir su objetivo de mejorar el bienestar futuro de las personas, alineando así el desarrollo socioeconómico y científico con la mejora tangible de sus vidas cotidianas.
Según los últimos datos de la Encuesta Mundial de Valores y Banco Mundial, el 85% de los ciudadanos españoles afirma estar “satisfecho con sus vidas”, un porcentaje más alto que la media de la UE y que nos sitúa a la cabeza de los países más “felices” del mundo en niveles de satisfacción.
Pese a los buenos índices de satisfacción generales, el panorama ya no es tan prometedor cuando se pregunta a los españoles por sus expectativas en cuando a calidad de vida en los próximos 15 años. Un escaso 21% confía en que las condiciones vayan a mejorar.
Hay una serie de desafíos medibles de forma objetiva que afectarán al bienestar futuro de los ciudadanos en España. Estos son los 5 principales retos a los que nos enfrentamos:
Nuestro estado de bienestar está muy ligado a la marcha de la economía. La previsión es que España tenga a largo plazo un crecimiento económico reducido. Todo está relacionado y si disminuye la renta, lo harán con ella los ingresos públicos, que son con los que se mantienen las prestaciones sociales, tales como pensiones de jubilación, Ingreso Mínimo Vital, subsidios por desempleo y acceso a servicios púbicos de calidad.
Esto produciría un aumento de la desigualdad y, con ello, una pérdida de bienestar actual y futuro que afectaría especialmente a los colectivos más vulnerables.
Problemas como el alto desempleo estructural, la precariedad, las largas jornadas laborales, o las nuevas formas de trabajo, podrían suponer un mayor deterioro en las condiciones laborales, lo cual aumentaría aún más la insatisfacción laboral de los españoles, que es hoy la principal causa de frustración de los ciudadanos.
El aumento cada vez mayor de la esperanza media de vida puede ser un arma de doble filo para mejorar el bienestar futuro de muchos ciudadanos mayores de 65 años.
La evolución de algunos patrones sociales, como hogares más reducidos y el despoblamiento de las zonas rurales (la España vaciada) no favorecen la interacción social, lo que supondría un aumento de la soledad no deseada en las personas mayores.
Si no actuamos pronto el impacto medioambiental va a empeorar nuestra calidad de vida. La contaminación del aire o el aumento de la temperatura en el planeta van a empeorar notablemente el bienestar futuro de los españoles.
La consecuencia de no actuar es que en 2050 tendremos en España más incendios, más olas de calor, más lluvias torrenciales y una mayor transmisión de enfermedades a través de los alimentos, el agua o los animales.
En 2050 se prevé que haya una despoblación en España unida a una pérdida de dinamismo de la economía en muchas zonas rurales. Esto supondrá en la práctica que un 12% vivirá en municipios rurales y no podrá acceder fácilmente a servicios básicos, como son los servicios bancarios, administrativos, sanitarios o de transporte, perdiendo así mucho bienestar.
El objetivo claro de España a medio y largo plazo es mantener el nivel de bienestar conseguido en los últimos años e intentar ocupar un lugar destacado entre los países más felices del mundo en 2050.
Para garantizar esto es necesario aplicar una serie medidas:
Proteger y ampliar el bienestar de los ciudadanos debe ser el eje de todas las políticas públicas. Para ello, sería un paso importante fijar un “presupuesto de bienestar” y mejorar las herramientas de satisfacción de sus habitantes, como han hecho otros países vecinos.
Para conseguirlo es clave corregir las deficiencias del mercado laboral (desempleo y temporalidad) y mejorar las condiciones para que todos los trabajos sean más seguros y saludables siguiendo las pautas de la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo.
Priorizar y mejorar la prestación de los servicios de salud mental, tanto desde atención primaria como desde atención especializada, reduciendo los tiempos de espera de diagnóstico de estos trastornos, integrando el cuidado de la salud mental en la “Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud”.
Es fundamental introducir gradualmente en los centros educativos de primaria, secundaria y terciaria conocimiento y competencias socio-emocionales y humanísticas que ayuden a los estudiantes a gestionar mejor sus emociones y los preparen para enfrentarse al fracaso y al éxito, así como a llevar una vida saludable.
En definitiva, en todas estas soluciones sobre cómo mejorar el bienestar futuro las empresas tenemos también una alta responsabilidad. En nuestra compañía ponemos nuestro granito de arena aportando nuestro conocimiento y herramientas para que las organizaciones que forman parte de la gran Comunidad Nalanda tengan cada día una mejor seguridad y salud laboral.
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