Actualidad Nalanda
Existen ciertos agentes que pueden causar un riesgo de cáncer laboral. Son agentes nocivos para la salud con los que hayamos entrado en contacto en el transcurso de nuestra jornada de trabajo.
¿Pero qué es el cáncer laboral exactamente? Es una enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de células anormales que se reproducen sin control destruyendo el tejido corporal normal. Esa mutación puede estar producida por una excesiva exposición a ciertos agentes cancerígenos.
Esta enfermedad se denomina cáncer laboral u ocupacional. Pero, ¿hay trabajos más expuestos que otros?
Los estudios realizados sobre el cáncer en el entorno de trabajo no arrojan demasiada luz, pues no existen demasiados factores cancerígenos propiamente “laborales” como tales. Sí que parece comprobado que una excesiva exposición a determinados agentes que se dan en el mundo laboral incrementa el riesgo de contraer cáncer, si bien la mayoría de las veces es difícil identificar si la aparición de la enfermedad está relacionada directamente con el trabajo.
De hecho, algunos estudios indican que pueden pasar hasta 15 o 20 años desde la exposición a estos agentes en un entorno profesional hasta la posterior aparición de un cáncer, por lo que es difícil establecer una relación causa-efecto para clasificarlo como cáncer laboral. Incluso puede darse el caso de que la enfermedad aparezca cuando el trabajador esté ya jubilado.
Los estudios demuestran que existen determinados factores o agentes cancerígenos, algunos de ellos presentes en el entorno laboral, cuya exposición más o menos prolongada e intensa incrementa de forma considerable la probabilidad de padecer algún tipo de cáncer. Estos son los más frecuentes:
El radón, un gas radioactivo del que hemos hablado recientemente en nuestro blog, es un enemigo invisible que se acumula en espacios mal ventilados, situados bajo tierra o cerca del suelo. Su exposición se asocia al cáncer de pulmón.
El aluminio es un elemento químico altamente tóxico que ha demostrado aumentar el riesgo de desarrollar cáncer, especialmente el de mama.
Cuando se utilizan motores que funcionan con combustible de tipo diésel se generan humos que pueden provocar cáncer. Se calcula que un 3,7% de los trabajadores están expuestos a este riesgo.
La sílice se suele encontrar en materiales para la construcción, como el hormigón y el ladrillo. La exposición a partículas pequeñas de sílice que están en el aire, se asocia al cáncer de pulmón.
El formaldehído es un compuesto químico simple formado por hidrógeno, oxígeno y carbono. En el entorno laboral se utiliza frecuentemente en los laboratorios de medicina para los estudios de anatomía patológica o en las labores de tanatopraxia.
El benceno tiene varios usos en la industria, como por ejemplo para fabricar productos químicos en la elaboración de plásticos y resinas. También se encuentra de forma natural en la gasolina. El benceno se ha asociado a algunos tipos de leucemia y se calcula que un 1,3% de los trabajadores están expuestos a este agente.
Los compuestos de cromo se utilizan, por ejemplo, como anticorrosivos en el acabado de metales y se consideran también agentes cancerígenos.
El amianto o asbesto es una sustancia clasificada como tóxica y cancerígena que se ha utilizado mucho en el recubrimiento de tejados y uralita. En muchas ocasiones los trabajadores tienen que desmontar instalaciones con amianto, para lo cual hay que tomar todas las precauciones. Los equipos de protección individual destinados a operaciones con este material deben evitar la inhalación de fibras y la diseminación de las mismas que puedan causar una inhalación posterior (exposición secundaria). Por tanto, además de equipos de protección respiratoria debe usarse también ropa de trabajo, guantes y protección ocular.
Una de cada tres mujeres y la mitad de los hombres acabaran contrayendo algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. Los más frecuentes son los de pulmón, mama, colon, próstata y piel. Y aunque ya hemos visto en anteriores artículos que hombres y mujeres están expuestos de forma diferente a los riesgos laborales, no debemos dejar de ser prevenidos incluso después haber dejado de trabajar en esas situaciones de riesgo.
En algunos casos, como ocurre con la exposición al sílice o al amianto, la silicosis o el cáncer pueden aparecer tiempo después de haber estado expuesto a estas sustancias. Por eso, quienes hayan estado en contacto con ellas en su vida laboral deben seguir un protocolo preventivo.
Una vez finalizado el vínculo contractual con la compañía, y si se ha estado en contacto con este tipo de elementos, se recomienda que el trabajador haga un seguimiento médico. La empresa tiene la obligación de facilitarle información sobre las razones que hacen recomendable esta vigilancia post-contractual.
Hablando de la exposición al amianto, el seguimiento tras el cese de la actividad laboral de personas aún activas en la misma empresa donde estuvieron en contacto con el amianto es responsabilidad del servicio de prevención.
Aún así, es importante estar bien informado de los riesgos que corremos en nuestra actividad diaria, y cuáles son los agentes cuya exposición prolongada debemos evitar si queremos evitar algún tipo de cáncer laboral y jubilarnos en buenas condiciones de salud.
Desde Nalanda vigilamos riesgos químicos, biológicos y de atmósferas explosivas ante ciertas circunstancias y en entornos concretos, siempre que la empresa solicite su revisión y validación.
También controlamos los EPIs y capacitaciones específicas para ello por parte de quienes realizan trabajos en los que puedan entrar en contacto con este tipo de agentes cancerígenos.
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– Manuscrito Universidad de Nalanda – S.XI
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